Esta vez voy a dejar colgado simplemente un relato corto el cual pertenece a un concurso que se realizó en mi instituto, y que, según opinión propia y segundas no fue tan valorado como se mereció.
Aunque hay detalles que no me gustan porque me pilló un poco el toro a la hora de acabarlo he querido publicarlo intacto. Es éste:
Sujeto
001
2047,
tres años después del comienzo de la III Guerra mundial, producto
de las constantes
tensiones
que sucedían entre los bloques de Rusia y el Atlántico Norte, las
ciudades de España se
empezaban
a desintegrar a nivel social, ya que en ellas poco más quedaba que
las personas que se
negaron
a participar en la guerra y aún no fueron encontrados. El resto
combatían junto aliados de
la
OTAN en la frontera rusa que cada vez se acercaba más y más a
Occidente.
La
mayoría de estas personas habían quedado en un nivel de vida de
mísero, okupaban los lugares
que
podían mientras llevaban una vida de fugitivos.
Rusia
invadía a pasos agigantados Europa y la lucha humana no era
suficiente, de manera que los
gobiernos
ya no buscaban a los disidentes para llevarlos simplemente al campo
de batalla, lo hacían
con
otro cometido que no era precisamente mejor.
Un
3 de enero frío y con una niebla que cubría las calles encontraron
a Federico S., uno de los
vagabundos
que huyeron en su día, pero al que el cansancio venció.
De
un puñetazo lo aturdieron pero no más de lo que el duro invierno
había hecho a una persona que
dormía
bajo el desnudo y oscuro cielo.
-Cuando
me desperté y me quitaron la bolsa de la cabeza, mi vista alcanzaba
poco más que a una
sala
de mosaicos blancos y luz tenue, con una mesa y una camilla en el
centro. Aprovechando mi
falta
de fuerza, pues hacía días que el aire era mi único alimento me
postraron y ataron. Esperando
lo
peor, sólo me mostraron una pastilla rosa. Pregunté nervioso de qué
se trataba, al hablar noté un
ligero
sabor a sangre en mis labios.
Respondieron
que iba a servir a las fuerzas de la OTAN probando un nuevo fármaco
que decían
sería
una revolución y podrían introducir sin que Rusia se diera cuenta.
No les convenía
empezar
una guerra nuclear porque ellos eran superiores a nosotros, de manera
que necesitaban otro
método
que no llamara la atención pero que igualmente fuera efectivo.
Después
de media hora hablándome de patriotismo y estrategia, que de nada
sirvió,
ya
que supuse que no tenía elección y efectivamente fue así.
Tras
todo esto, con un bisturí oxidado corto una pequeña parte de la
pastilla y la sumergió en una
bañera
llena de agua. Por lo visto, aquella droga, que más tarde
descubriría que se llamaba
'Cnopb'
contaminaba grandes cantidades de agua sin alterar color, sabor ni
estructura química, era
algo
así como un narcótico fantasma que producía sus efectos sin dejar
rastro.
Hundió
un vaso en aquel agua infectada y me lo dio a beber, le di una patada
y se le cayó al suelo.
Tras
esto me llevaron a otra sala, en la cual, una cara que me resultaba
familiar, se sentó justo
enfrente
mía, me sonrió y se fue.
Unos
soldados entraron a la habitación, y mayor no pudo ser mi desgracia
al ver que traían a mi
mujer
con ellos. Amenazaron con probar el Cnopb en ella si yo me negaba por
lo que no me quedó
más
opción que aceptar.
Volvió
el doctor con un vaso de la misma agua y esta vez lo bebí, mientras
cerrabas mis ojos.
Escuché
un disparo, habían ejecutado a Sara. Mientras gritaba de dolor, la
persona que se sentó en
frente
mía de rostro pálido y con una marca roja bajo el ojo que me
resultaba tan familiar dijo:
'Jamás
desobedezcas a un imperio, y menos a uno que está contra las
cuerdas'
Pocos
segundos después caí dormido y cuando me desperté estaba en la
sala del principio, pero
aquella
luz tenue se había desvanecido.
Al
lento paso de las horas me di cuenta de que estaba en aislamiento,
aquel tipo de celdas que nos
relataban
siempre de forma anecdótica y casi fantástica pero que comprobé
que era completamente
real.
No
ver, no oír, no tener con quien hablar. La más alta degradación
del Ser Humano. Alejarlo de los
demás
y de sí mismo.
Siempre
me servían el mismo plato, un filete frío que intentaba acordarse
de la última vez que
supo
a algo. Curiosamente nunca lo hacían a la misma hora, podía comer
tres veces en dos horas o
no
comer nada en un día. Se me desestabilizaron las horas y horarios de
sueño. Dormir era un
privilegio
que parecía acortar la estancia en aquel recóndito lugar.
No
sé si pasaban los días o no. El único modo de saber que el tiempo
seguía avanzando era
comprobar
como crecían mi pelo, mi barba y mis uñas. Después de un tiempo
allí dentro, la cordura
era
algo con lo que no podías contar. La sugestión y la soledad
rondaban constantemente por tu
cabeza.
A pesar de estar en una habitación vacía, salvo por la cama y por
una puerta cerrada a cal y
canto
con una rendija por la que me pasaban la comida, pero ni un ápice de
luz, llegaba a dudar de
si
estaba solo o acompañado.
¿Recuerdas
cuando eras un niño? Todos pasamos miedo alguna noche porque
pensamos que
había
un monstruo debajo de la cama o que quizá había entrado un ladrón
en casa. Cierra los ojos
y
piensa en las sensaciones que tenías. Miedo, duda... te metías
debajo de las mantas y simplemente
esperabas
a dormirte y que se hiciera de día.
Ahora
traslada ese miedo y dudas a una habitación desconocida, a un lugar
donde tu madre no
puede
defenderte de los monstruos ni puedes llamar a la policía para que
detenga al ladrón y esperas
a
un amanecer que nunca va a llegar.
No
distingues nada en la oscuridad y siempre sientes unos ojos que se
clavan como agujas ardientes
en
tu nuca. Con el pulso acelerado por el Cnopb empecé a dar vueltas
sobre mí mismo. Golpeaba
las
paredes, tiraba de un lado a otro aquel mugriento colchón donde
tenía que dormir, que no era
mejor
que la calle que me acogía. Pero esa mirada seguía detrás mía.
¡Sé que estaba ahí!
Comencé
a gritar ''¡¿Por qué huyes de mí?! ¡¿Dónde estás?! ¡¿Quién
eres?!'' No obtuve ninguna
respuesta.
Cuando estás en un lugar así no puedes distinguir si estás
despierto o soñando, muerto o
recordando.
¿Cómo sé si esas sensaciones eran reales o no? ¿Esa persona que
me estaba observando
era
un sueño? Estarás pensando que simplemente me pellizque, pero no es
tan sencillo, el fármaco
va
matando poco a poco tus terminaciones nerviosas de manera que no
sientes dolor, es como vivir
con
un cuerpo acolchado, lo que te separa aún más si cabe, del mundo
real.
Me
senté en una esquina y bajé la cabeza mientras poco a poco iba
experimentando el descenso a la
locura.
Igual que asciende un vagón de una montaña rusa justo antes de caer
en picado a una
velocidad
de vértigo.
No
sabía que era la realidad y que no. El sueño, la realidad y la
vigilia se habían unido en un solo
espacio
en el cual habitaba, y que solo cambiaba la calma o la ira que podía
sentir. Pero no llegué a
poder
asociar un sentimiento a cada uno de ellos, por lo que tampoco me
sirvió.
Levanté
la cabeza y estaba justo ahí, en la otra esquina de la habitación.
No podía creerlo, al fin
había
encontrado a la persona que me había estado observando todo este
tiempo.
Era
un hombre de tez completamente blanca y sonrisa nerviosa con dos
cicatrices en lugar de ojos.
Se
levantó y vino caminando sosegado, después se sentó a mi lado y
comenzamos a hablar.
Realmente
ese hombre fue lo mejor que pudo vomitar mi cerebro. Me transmitía
calma y por fin
tenía
alguien con quien compartir mis pensamientos.
Me
contó que venía de la guerra, y que aquel era un infierno terrible,
que yo tenía suerte de
estar
aquí. Aún así me dio ánimos a continuar mientras me pedía tabaco
constantemente a pesar de
que
la primera vez le dije que no tenía.
Mi
primer impulso fue tocarlo cual neandertal que descubre el fuego y
quiere saber qué es.
Justo
antes de hacerlo caí dormido, o al menos inconsciente.
Desperté
en la misma esquina. Me levanté y encontré esta vez un zorro en la
habitación. Parecía
herido,
tenía un precioso pelaje naranja y nueve majestuosas colas que se
movían en armonía
y
ante mi asombro tampoco tenía ojos. Me acerqué, gruñó
violentamente y caí al suelo.
Sentía
escalofríos y el sudor me bañaba, era como ver a la muerte ante ti.
Intenté
dormir para ver si se volvía a transformar. Le di la espalda, pero
el miedo que sentía era
incontrolable
al saber que tal bestia estaba atrás mía, me giré para al menos
vigilarla...
-¡Rápido,
rápido! ¡Ha ocurrido, entrad a por él!
Efectivamente,
ha muerto. Vamos a llevarlo a analizar y comprobar que Cnopb ha hecho
bien su
trabajo.
-Doctor
Wolga. -Dígame. -Ya tenemos los resultados, el sujeto 001 ha muerto
de un paro cardíaco
tras
2 semanas de que se le aplicase la dosis. Los resultados que nos ha
facilitado el forense indican
que
no hay rastro de que el fármaco haya estado en su organismo.
-Llama
a los laboratorios centrales y di que el proyecto ha sido un éxito.
El agente Suárez partirá
hacia
Alemania y llevará el prototipo. Tenemos que ser rápidos ¡Moveos!
-La
avaricia humana no conoce límites, pagamos con sangre los intereses
ecónomicos, la sangre es
de
gente que no va a sacar tajada de ellos, obedecen a un líder al
grito de mata o muere. Los rusos
nos
están invadiendo y por mucho que tenga el Cnopb en mis manos y haya
sido mi hijo quien le
haya
dado el visto bueno con su muerte, no vamos a llegar a tiempo.
Intentó huir de las garras de
este
orden mundial, y le hemos causado la locura, administrándole esta
potente droga que le ha
hecho
crear un tulpa que ha acabado con él. ¿Debemos estar orgullosos por
poder llevar a sus
peores
estados la mente humana? Somos capaces de crear destrucción, sembrar
odio y dolor.
Eso
sí, por naturaleza nos quieren hacer creer que hemos de vivir
compitiendo unos con otros, que
la
armonía y justicia es utopía y que las grandes decisiones no tienen
otra consecuencia que una
guerra
apocalíptica. Pero por supuesto eso es natural, no es contrario a
nosotros pensar en todos
estos
niveles de destrucción. Somos borregos que nos dejamos ser
conducidos hacia un barranco
de
miseria donde estamos cayendo. Que nos invadan o invadamos no va a
cambiar nada. Esperemos
que
al men...¡¿Qué ha sido eso?! ''¡Señor Suárez perdemos altura,
nos han dado!''
Se le vio caminando
entre fusiles,
por
una calle larga,
salir
al campo frío,
aún
con estrellas, de la madrugada.
mataron
a Federico
cuando
la luz asomaba.
El
pelotón de verdugos no osó mirarle la cara.
Todos
cerraron los ojos;
rezaron:
¡ni Dios te salva!
Muerto
cayó Federico
sangre
en el frente y plomo en las entrañas.
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